El verano, etapa del año donde
todos y todas buscan lucir una figura “perfecta”, dándole paso a las
dietas y con ello abriendo algunas puertas que posiblemente nunca logren
cerrar otra vez. Todos los trastornos alimentarios empiezan con la
ensoñación de la pérdida de un par de kilos, pero pronto se convierte la
comida en una manera de tapar agujeros mucho más grandes que sólo un
estómago vacío.

Como este tipo de trastornos suelen empezar en edades
críticas,
como la pubertad y la adolescencia, etapas donde aún somos hijos y
donde solemos estar a cargo de terceros, los padres en especial, juegan
un papel importante en la prevención o la pronta detección de estas
patologías, una buena comunicación y estar interesados por las
actividades y los sentimientos de nuestros hijos pueden ser suficientes
para ayudarlos en fortalecer su autoestima y lograr que obtengan
recursos que les permitan expresar sus emociones y solucionar los
problemas eficazmente.
Enfocarse en la comida como lo hace una persona
con patología alimentaria es una manera de no ver la realidad del día a
día en el espejo.
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